lunes, 24 de septiembre de 2018

Sed amables, sed valientes - Grace Paley y nuestros hijos


Maribel Orgaz - Virginia Baudino
Cuando Virginia y yo nos conocimos ambas teníamos hijos muy pequeños. Compartíamos experiencias escolares, inquietudes sobre cómo criar mejor, sobre vacunar o no, escolarizar o no,  lecturas sobre cómo mejorar los colegios, nos interesaban otras mujeres que reflexionaban desde la perspectiva de los hijos ya independizados.

Aunque Vir había nacido en un país y yo en otro, era sorprendente la similitud de cómo lo vivíamos. En realidad, compartíamos las mismas experiencias sobre el modo en que habíamos dado a luz, la lactancia, el colegio, cómo afectaba a nuestras carreras profesionales, nuestro cuerpo...

-Aborrecíamos los libros de portarse bien -me recuerda Vir.

-Y los de cómo hacer a tu niño un genio.

-Pero nos encantaban los de mujeres generosas que compartían su experiencia con otras madres.

Una de ellas era -y es- Grace Paley (1922-2007), de la que ambas supimos por un artículo en el periódico. Lo habitual es que cuando Virginia o yo encontramos una lectura para compartir, nos enviemos un correo electrónico y las dos veamos si está traducido al español. Si yo puedo disponer de él en Madrid o si ella puede localizarlo en francés en Ginebra.

Cuando Virginia viene a Madrid, un día lo dedicamos siempre a comprar las lecturas que tiene pendiente en español y que no puede encontrar allí.

Aunque nos gustaron muchos otros párrafos del libro de Grace que se titula La importancia de no entenderlo todo, éste nos pareció un manual de crianza comprimido en apenas unas líneas:

Con 50 años he gastado con entusiasmo mis días y mis noches, y he llegado a hasta este presente, hija de muchas madres y madre de dos personas adultas. Ya se han ido de casa, ¿Qué se me habrá olvidado decirles? Les he dicho que sean amables (...). Sed valientes, honrados, (...) aprended un oficio, eso sí se lo dije, porque hay que contar con algo seguro cuando las cosas van mal (...).

-Es perfecto- me dice Vir - Tanta importancia en cosas sin importancia, tanto desgaste en nimiedades con nuestros hijos que al final, se nos olvida lo importante.

-Sed amables, sed valientes, honrados - leo despacio en voz alta otra vez - ¡Esto sí que habría que ponerlo en un papel en la nevera!

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