lunes, 22 de junio de 2020

Nuevas promesas para un nuevo comienzo

Nuestra habla es endeble,
sus sonidos de pronto, pobres.
Con empeño busco ideas,
busco esta palabra
y no la encuentro.
No la encuentro.
Wislawa Zymborska
Virginia Baudino - virbaudino@hotmail.com
¿Cómo pensar en medio de este insólito período de dudas inmensas? ¿Cómo hacerlo con voz propia en momentos frenéticos e inciertos? ¿Cómo estar a la altura de los hechos, cuando sólo se cuenta con palabras? ¿Cómo evitar el exhibicionismo moral que se asienta sobre una indignación impostada?

Esquivar, como sugieren Justin Tosi y Brandon Warmke, el postureo moral, en el que, en lugar de exponer razones, indagar o alimentar un debate, sólo se intenta mostrar que se está en el ‘bando correcto’ y sin intentar encontrar un lugar desde el que se facilite el diálogo y el consenso. Ciertamente, es más fácil advertir el postureo de los otros que el propio. Entonces, ¿cómo evitarlo? Últimamente no encuentro ni siquiera un bando….

Todos estamos intentando reflexionar sobre el mundo de después….sin detenernos a hacerlo en el de ahora. Y ¿qué pasa con nosotros, ahora? ¿A dónde va esta espera? Si sólo fuéramos capaces de decir que tenemos miedo de tener miedo…

Hanna Arendt nos presta algunas ideas que nos permiten tejer ciertas reflexiones. Así “Humanizamos aquello que está sucediendo en el mundo y en nosotros mismos, por el mero hecho de hablar de ello; y mientras lo hacemos, aprendemos a ser humanos.” Madejas de ideas que vamos desenredando, tirando de ellas con cautela, mucha cautela, porque este último tiempo andan bastante anudadas.


¿Es posible dialogar en esta situación de gran suceptibilidad? ¿Qué responsabilidades nos competen, si es que nos competen, en el cuidado de este nuestro mundo y de los otros?

¿Qué es la esperanza? Si bien esta es una idea tradicionalmente religiosa, también está íntimamente ligada con la filosofía. En ella puede encontrarse una idea de espera, de expectación, de futuro, de un sueño hacia adelante o de un todavía no [Ferrater Mora] ¿Puede la esperanza ser entendida como categoría política? Quizás es de una gran ingenuidad pensar que siempre existe la posibilidad, hasta el último suspiro, de un nuevo comienzo, de nuevas promesas y pactos sobre nuestra vida en común.

Dice Miriam Martinez-Bascuñan, que “la ausencia de certezas no nos libera de la responsabilidad de cuidar el mundo que compartimos.” Pues sí que lo tenemos complicado…


Y los ‘ejercicios de pensamiento’ de Hanna Arendt nos alertan sobre el auge del totalitarismo, cuando la filosofía ha desertado del campo de acción pública, dejando vía libre al terror. Si la filosofía pierde el espacio de la vida pública, aquella en donde debatimos de un nosotros político, se abona un terreno fértil para el nacimiento del totalitarismo.

¿Pensar puede preservarnos del mal? Hoy hablamos de vacunas. ¿Y si la vacuna que tanto necesitamos es la de resguardar la opinión personal y pública de la mentira sistemática que busca neutralizar el juicio de los ciudadanos? Las democracias necesitan, según Arendt, de una robusta cultura de la disputa, en la que se englobe la pluralidad, la diversidad y la diferencia, porque “el mentiroso posee la gran ventaja de saber antes lo que el público quiere escuchar.”

Se está haciendo difícil ejercitar el pensamiento en este mundo sobre-informado. Se hace difícil apostar por la esperanza, en un sentido colectivo, cuando comienzan a cobrar auge las teorías del colapso o las de la conspiración. Se hace difícil apostar por la humanidad en un contexto de crisis. El escritor Rodolfo Rabonal, citando a Lacan, dice que nadie sabe qué cuernos es ser feliz, “a menos que la felicidad se defina en la triste versión de ser como todo el mundo.”


Hemos aprendido con todo esto que es indispensable romper el pacto con este modelo de sociedad que postula, como sostiene Frank Schimacher, que el ser humano es egoísta”. Ya no podemos dejar que los economistas gestionen el alma del sujeto moderno, de nosotros.

¿Cuál es el rostro del mundo en donde se da origen a la política? Porque el abandono de las masas y el triunfo de un tipo de humano que encuentra satisfacción en el trabajo y en el consumo es peligrosísimo. 

¿Nada sirve? Probablemente haya que tirarlo todo y volver a empezar. Como nos sucede a todos, estamos inmersos en tramas, en tejidos previos. Leer nuestras vidas, es desanudar esas madejas entrelazadas con muchas otras. Volvemos al pasado, intentando con ello dar sentido al presente y proyectar un futuro incierto.

Dependemos de la confianza en los otros, y en lo que nos dicen. Porque como dice el filósofo argentino Diego Singer, en un post que me pasó un amigo, a propósito de Zizek, que donde crece el peligro, crece también lo que salva. ¿Cómo ha podido ocurrir esto?


No hay una única solución a los problemas que se plantean, y lo que Arendt propone, a simple vista, parece simple: “pensar sobre lo que nosotros hacemos” y lo que vamos a hacer a partir de ahora. Porque pensar, argumenta, es una de las actividades más puras del ser humano. Pensar para “llegar a comprender la naturaleza de la sociedad y su evolución hasta el momento en el que un acontecimiento marca el inicio de una nueva época aún desconocida.”

La filosofía arendtiana es, según Bérénice Levet, “una filosofía de la libertad, en la que ella la entiende como la facultad de comenzar cualquier cosa, de introducir algo nuevo, de lo imprevisible.”

Quizás debamos espantar el miedo, el enojo, la ira, la tristeza y la incertidumbre producto de este tiempo tan inhóspito, para acoger la fragilidad como dimensión de la existencia humana que tanto cuesta aceptar y así comenzar de nuevo.

“Indentificándose con una buscadora, se refirió al deseo de que hubiera "un descubrimiento en la vida […]. Algo que uno pueda coger entre las manos y decir: esto es…". Algo que tuviera la capacidad de irrumpir en ocasiones en su conciencia junto con la sensación de la propia extrañeza de su ser, andando por el mundo. Aquella extraña que era para sí misma: ¿qué podría decir de su alma? Su respuesta: "la verdad es que no se puede escribir directamente acerca del alma. Al mirarla se desvanece". Irene Chikiar Bauer sobre Virginia Woolf.