sábado, 14 de noviembre de 2020

Es tiempo de plantar y florecer, de protegerse con palabras y árboles.

 

Virginia Baudino - virbaudino@hotmail.com

Hortus gardinus es una expresión del latín de la que nace una contracción que hoy conocemos como ‘jardín’, ese espacio cerrado y protegido donde la tierra se prepara para recibir a las plantas elegidas. 

Los franceses tienen un verbo, jardinear, para designar el hecho de trabajar en el jardín. Curiosamente, en la Edad Media, se decía - ¿jardineaste bien? para preguntar si habías salido a caminar al aire libre. Así, jardinear y caminar eran sinónimos.

En el siglo VII, los árabes concibieron el jardín como un lugar de relajación y espiritualidad. Muchas veces, el primer acto que hacían los conquistadores musulmanes a su llegada era el de crear un jardín. 

El jardín está relacionado con la primavera y el verano y en invierno, la actividad disminuye considerablemente. ¿Es posible construir un jardín en invierno? ¿Lo será en este invierno?  

El filósofo coreano Byung Chul Han, ha resignificado el tiempo del invierno en la jardinería.  Releyendo su librito Loa a la tierra, y comentándolo con una amiga, pensé en cuánto se parecen los tiempos inhóspitos al tiempo del invierno: fríos, oscuros, aislados. Obviamente, no soy ni la primera ni la última persona que ha pensado esto. Mi originalidad me abruma.

Atravesar este período es todo un misterio, como el del jardín en invierno. ¿Está reposando la tierra? ¿Descansa? ¿Qué misterios se esconden detrás de tanto recogimiento? La tierra está haciendo su magia en silencio, preparándose para que “la vida vuelva a despertar y resucite”.

Para este filósofo, se transforma casi en un imperativo “redescubrir la tierra y su poética, devolverle la dignidad de lo misterioso, de lo bello, de lo sublime.” Y agrega, respecto a mi inquietud sobre el jardín invernal, que éste “es un lugar romántico. Todo indicio de vida floreciente en pleno invierno tiene algo misterioso, mágico, fabuloso. El florido jardín invernal conserva la apariencia romántica de lo infinito.” Muchas plantas, florecen en esta estación hostil. 

Y ¿qué pasa con nosotros? Tiempos inhóspitos acechan. Habrá que redoblar los esfuerzos por plantar y florecer.

Entrénate en los oficios de la reflexión y el intelecto. Gioconda Belli

¿Dónde viven las cosas que nunca usamos? ¿quién habita en los cajones desordenados? se pregunta el poeta español Tomás Sanchez Santiago. ¿Dónde queda su utilidad cuando nadie los usa? Alejandra Pizarnik decía que había que aprender a tocar los objetos, acariciarlos como quien conoce largamente sus misterios.

Mi papá siempre me decía que tenía que aprender a cocer, así podía arreglar mis medias que por aquellas épocas se rompían mucho y tenían que seguir tirando. Lo cierto es que nunca se me dieron bien las actividades creativas con las manos, especialmente aquellas tradicionalmente ‘femeninas’, como cocer, tejer, bordar.  Sólo sé pensar con las manos, y jugar y plantar. Parece ser que siempre intuimos nuestro camino… 

Hilvanar, tiene diferentes acepciones según la Real Academia Española (que por ahora es quién decide qué y cómo se dice, aunque en Latinoamérica tengamos buenos y emancipatorios argumentos para discutirle): “Unir con hilvanes lo que se ha de cocer después”, “Dicho de una persona que habla o escribe: enlazar o coordinar ideas, frases o palabras”, “trazar o proyectar algo”. 

Escribir, proyectar, imaginar, plantar encuentran puntos de confluencia de sentido en la palabra ‘hilvanar’. Durante el proceso de escritura, se van hilvanando las palabras – y los silencios - para así contar algo a alguien. El proceso encuentra similitudes con la idea de mantener y plantar este jardín de invierno.


Alguien, de quien no recuerdo el nombre, escribió que las palabras tienen su propia vida: nacen, crecen y mueren. Como las plantas. Palabras que pululan por esta casa y andan hasta por los rincones. Me gustan las palabras, suelen amontonarse y enredarse en mi cabeza. No las elijo yo, más bien ellas me eligen a mí, entran y se amontonan. 

No soy una persona avezada, como he dicho, no se me dan bien las actividades manuales, no me he atrevido a viajar sin rumbo y explorar, me dan miedo los aviones y las alturas, mi desorientación es conocida, así como mi lista infinita de miedos… Cuando no tenga la necesidad de seguir hilando palabras…¿qué haré?¿Hasta dónde llega la fragilidad?

Cultiva enormes amistades. Protégete con palabras y árboles. Invoca la memoria de mujeres antiguas. Gioconda Belli

Grace Paley escribió hace algunos años un texto proféticamente titulado ‘La importancia de no entenderlo todo’, en el que reflexiona sobre la enseñanza de la escritura. Maribel escribió una entrada sobre esta escritora aquí, y su gusto por ella se me contagió. No sólo me ha guiado en estos ensayos de escritura, sino que también la encuentro inspiradora para plantar mi jardín de invierno y para atravesar este tiempo inhóspito.

Lo que me gusta de este ensayo son algunas de las tareas que Paley da a aquellos que quieran escribir y que llamó “notas para principiantes, o para personas como yo, que para llegar a alguna parte siempre necesitan estar empezado.” 

Así, la sabia de Grace nos aconseja escribir sobre algo que no comprendamos. Y, ¡por favor! no quieras emular a Tolstoi y escribir algo como Guerra y Paz. Intenta no ser el centro de tu interés, ¡es aburrido! Pobre Grace, siento decepcionarte, pero aún no lo he logrado, como dice Annie Ernaux, ‘soy una etnóloga de mí misma’, especialmente de mis miedos, que están amorosamente clasificados.

No tienes por qué ser escritora, agrega, empieza por leer sin reparos, y mantente abierta e ignorante. Arriésgate y no busques gustar con lo que escribas. Imagina. Intenta comprender las vidas de los demás. Si puedes, lee autobiografías, así se desmitifican los procesos de escritura. Lo sé, está en mis pendientes…lo voy a intentar, lo prometo. Busca modelos, especialmente de mujeres, para así romper con los patrones tradicionalmente masculinos de producción. Crea un espacio propio (¡no podía faltar Virginia Woolf!). Ayuda a resistir.

“Nos han infundido angustia. Sin embargo, en el filo de esa angustia brilla una luz testaruda llamada esperanza. La esperanza no es algo efímero. Es una realidad que brota del nacer y el renacer de la humanidad a lo largo de su historia, una historia en la que la valentía, la solidaridad, la lucha obstinada y la imaginación han sido lo bastantes poderosas como para modificar las derivas pavorosas de la guerra y la opresión.” Cuánta actualidad Grace, no sabes cuánta.

Una vez me preguntaste ¿tiene fin el cielo? No, no tiene fin, simplemente deja de ser una cosa y comienza a ser otra. Maggie Smith

Los jardineros, tienen un cuaderno de notas en el que imaginan el jardín deseado, incluso en invierno. Los que escriben también y los dibujantes.

En un mundo inquietante…un carnet de notas a mano, un cuadernito como le llamamos nosotras, con las hojas finas y suaves para mí, en donde el lápiz pueda deslizarse con soltura, como una forma narrativa que contiene la utopía: puede contener todas las facetas de nuestra propia escritura, es flexible para cambiar como nosotras cambiamos, y capaz de acoger nuestras visiones y planes, no tiene orden ni horarios porque no es una agenda, sólo hojas esperando ser rellenadas con nuestras inquietudes y nuestros deseos. 

La memoria es fluctuante, cambiante, caprichosa y el cuadernito es una forma de exorcizar pequeños demonios y anotar la vida. Anoto este tiempo inhóspito para tratar de entender y atravesar este invierno. Esa capacidad casi mágica que tiene la literatura para ordenar este doloroso ruido que todo lo invade sin dejar un resquicio en esta vida pequeña que pasa sigilosamente ante nosotros.

“Pese a lo mucho que tiene dentro, no conseguirá sacar más que una pequeña parte. Es hija de su época […]. Déjela. Aunque todo lo que hay en ella no vaya a florecer, ¿en cuántos llega a hacerlo? Ya le da para vivir. Solo queda ayudarla a comprender, darle una razón por la que entienda que es algo más que un vestido sobre una tabla, desamparado, antes de que lo planchen.” Tillie Olsen

Ampara. Constrúyete. Cuídate. Gioconda Belli

¿Cómo escribir en esta oscuridad sin caer en viejas y repetidas narrativas? Ya no sirven las respuestas individuales a esas peguntas trascendentales. ¿Cómo pasaremos este invierno? Hay que hacer un esfuerzo colectivo para dar esas respuestas. Es casi un imperativo moral el de intentar reducir el sufrimiento. Porque como escribió Cesar Renduelles, “La desigualdad se nos ha metido en los huesos” y debemos hacer algo con esto. ¿Dónde encontrar respuestas?

A diario, niña, acumulo tu amor, guardando expectantes tesoros. Gioconda Belli.

David Thoreau escribió que “Muchos fenómenos que el invierno conlleva son indeciblemente tiernos, frágiles, delicados.” Byung Chun-Hal agrega, para así terminar, que “el tiempo del jardín es un tiempo de lo distinto. El jardín tiene su propio tiempo, sobre el que yo no puedo disponer.” Como ahora. Tendré que esperar…

Vita Sackville-West creó uno de los jardines más visitados de Inglaterra, los Jardines de Sissinghurst. Curiosamente, su creadora no era jardinera ni paisajista, sino poeta. Para Vita, jardinear y escribir revelan el mismo impulso y la misma urgencia.