viernes, 4 de febrero de 2022

La lengua materna es la lengua de nuestro amor - Margo Glantz y Agota Kristof; Silvia Baron Supervielle y George Steiner


Abrir el paso libre de la luz.
Y al alejarse, dejar tras de sí la sombra
de su propio exilio.
Yves Peyré

Virginia Baudino - virbaudino@hotmail.com

Mi madre dice que mi memoria no es fiel. Ella dice que yo recuerdo sólo lo que quiero recordar. "Vos recordás, lo que te conviene", me dice.

En cambio, yo creo que mi memoria es muy endeble. Recuerdo poco, poquísimo. Envidio a aquellos, como mi hermana, que tienen una memoria fabulosa. Ella recuerda hasta el más mínimo detalle de nuestra infancia. No es mi caso. 

Mi memoria es movediza, maleable, endeble, es polifónica porque es de varias personas y es también única, personal, sólo mía. Cambia con el paso del tiempo, con la edad y según quién la cuente.

Como un heliotropo o, mejor aún, como una heliotropa

En invierno, el sol madruga tarde y se oculta temprano. Las flores, en su mayoría, optan por una desaparición invernal. Con este frío glacial que se ha instalado, ya quisiera yo hacer como ellas, desaparecer en invierno.

Algunas flores, son más amorosas del sol que otras y que yo misma, y presas de admiración, ellas giran hacia él durante toda la jornada y lo siguen en su carrera de salida y ocultamiento, del este al oeste. 

En botánica, esta devoción que ciertas flores tienen por el astro solar, lleva el curioso nombre de heliotropismo (del griego helios, sol y tropos, dirección).

Para recibir un máximo de luz, alimentarse y subir la temperatura de sus flores, y así atraer a los polinizadores, las plantas heliotrópicas siguen el recorrido solar en el horizonte terrestre. 

Los girasoles son los más conocidos heliotrópicos, y una de mis flores preferidas. Podría decir que, en este invierno, soy una heliotropa estupenda.

¿En qué lengua soy? 

El que se balancea entre lejanía y lejanía franquea los límites del aquí allá, escribe Yves Peyré. ¿Cuál es el origen de mis inquietudes lingüísticas? O más bien, ¿a qué se debe esta insistencia por las lenguas? ¿Soy aquí o allá?

La escritora mexicana Margo Glantz escribió Las genealogías, libro en el que registra la extranjería de sus padres, inmigrantes judíos y rusos, y que ha despuntado algunas reflexiones que, desde otra óptica, enlazan con mis inquietudes acerca de la lengua o de las lenguas. ¿Cómo hablar o en qué lengua hablar? 

En mi vida, me muevo entre dos lenguas, por lo que podría tímidamente escribir que soy bilingüe. Una tercera hace esfuerzos por despuntar, pero - por ahora – se hace difícil dejarla entrar. Bueno, siempre ha estado ahí. "A ésta, mi padre la llamaba - la lengua ‘del enemigo’, del que quiere colonizarnos", Virginia. 

En mi cotidianeidad, me muevo entre el castellano y el francés. Es importante aclarar que no es éste un movimiento fluido, casi inconsciente. El ‘vaivén entre lenguas tiene su precio’, escribe Sylvia Molloy. En una lengua me muevo como pez en el agua, en la otra es como estar escalando sin seguro en una pared vertical. A esto último hay que agregarle una aclaración: y sufro de vértigo.

Hace un tiempo escribí sobre un magnífico librito que cayó en mis manos, en el momento justo en que empezaban mis primeros andares en la lengua extranjera, el francés. 

La analfabeta, de la escritora húngara Agota Kristof, llegó en el momento preciso en que empezaba con la lengua de Molière y que, además, me enfrentaba – por primera vez - al hecho de pensarme, como escribe Sylvia Molloy, ‘en términos de lengua’. Una nueva lengua que no he elegido, ‘sino que me ha sido impuesta por las circunstancias, la suerte, el azar’, escribe Kristof.

Y así mientras la leía, me adentraba en la poesía de la escritora argentina, que tanto me gusta, Silvia Baron Supervielle, y en su manera particular de escribir, permeada por el estilo francés o, si se prefiere, por su extranjeridad.




de dónde venir                      d’où venir

para apagar                        pour éteindre

el fuego de                          le feu de

no ser                              ne pas être

Escritora bilingüe, que sin proponérselo me tomó de la mano, para no dejarme caer, y que al contarme su historia me decía que a ella también ‘el desconocimiento del idioma le causaba temor y establecía una zona descampada, un balbuceo.’ La desorientación y la distancia, entre esa nueva lengua y yo, marcaban el pulso de esos primeros pasos mientras ella me acompañaba.


adónde partir si / vengo de ningún lado / si mi paso no tendrá / jamás un rumbo / adónde lleva el viaje / si el sueño cautivo / que me anima vuelve / vanas la partida / y la llegada.  Silvia Baron Superville


Con Kristof, descubrí mi analfabetismo en la lengua extranjera y, también, que había que trabajar en ello, sin desconocer las limitaciones que nos acompañan en este proceso de adquisición y apropiación de una lengua que será extranjera.

Abandonar de una cierta manera la lengua materna que es también la memoria, nos lanza al vacío, porque – como escribe Adriana Kanzepolsky -, ‘la lengua es lo que inmediatamente delata a una persona como extranjera, la señala como diferente, la vuelva blanco de preguntas y determina la relación establecida con la generación nacida en otra lengua y en otra tierra.’ 

La lengua natal es el idioma afectivo, y del recuerdo, es la casa que nos protege y siempre se vuelve a ella para repararse. Es también la lengua de la intimidad, le hablamos a los bebés en esta lengua, a nuestro amor, a nuestros hijos e hijas, a nuestros padres.

Con el tiempo, una se acostumbra a que un permanente sentimiento de pérdida acompañe la extranjería y esa sensación de vivir en las fronteras o en los márgenes. ¿Dónde se sitúa una? 

Margo Grantz le llama el entre lugar. Silvia Molloy, en Vivir entre lenguas, habla del estar entre. A mí me gusta decir que vivo en la frontera, en la marca que delimita el espacio de la lengua materna del de la lengua extranjera, que marca hasta dónde llega el lugar de origen y dónde comienza el lugar de llegada.

Así nos convertimos en una especie de intérpretes entre esos dos lugares, entre esas dos lenguas, y traducimos, y nos entrometemos en lo nuevo y también preservamos lo perdido. Nos convertimos en espías, jugamos con las palabras, nos volvemos expertos lingüistas de lo cotidiano. 

¡Hay esa vida entre dos lenguas! Ser otra, ser la otredad, ser desplazada a un afuera y esa eterna pregunta sobre la identidad.

 "Qué interesante acento tienes", me suelen decir. ¿Cuál es tu origen? Pregunta con trampa, como aprendí con el tiempo y leyendo a Benedetti. No es un cumplido, como podríamos creer, sino más bien el reconocimiento de que no se es de aquí, es una marca de nuestra extranjería.

Suelen preguntarme, también, si ‘ya sueño en francés’, porque existe la fantasía de que cuando sueñas en la lengua extranjera ‘ya eres de ahí’. Por supuesto que no sueño en francés. También me preguntan en qué lengua me despierto. Pues en castellano o español. 

Escribo en español, pero cuando me falta alguna palabra, para no perder el hilo, dice George Steiner, sigo en francés y al rato vuelvo rápidamente al español. Escribo así, de una lengua a la otra. Y navego entre autores de lengua española y francesa.

Algunos verán una suerte de arrogancia, ¡ella habla dos lenguas! Nada más lejos de todas mis inquietudes e incertidumbres idiomáticas. Recuerden, estoy escalando una pared vertical, sin seguro, y con vértigo.

He tenido que adaptar mi nombre y apellido, porque los amables intentos de pronunciación en francés me hicieron desistir rápidamente. No era Virginia sino Virguiña. Y entre ella y yo, hay una gran distancia. Así que opté por adaptarme. Para los de lengua española, soy Virginia. Para los franceses soy Viryiniá. ¿Quién esa chica a la que están llamando? 

La conclusión es que ningún nombre se adapta bien en las dos lenguas. Por lo tanto, siempre es necesario traducirlo. Ellos, como yo, viajan mal de un idioma al otro.




El subsuelo de mi memoria

Pero volvamos a mi paupérrimo bilingüismo. Tahar Ben Jelloum, filósofo y psicoterapeuta marroquí, ha escrito un pequeño texto que me ha cautivado. Digamos que me ha quitado unos cuantos complejos.

Su texto comienza con una simple interrogación: ¿por qué mi memoria, en la que habitan dos lenguas, no se queja? En ella, las palabras, circulan con total libertad, y a veces, una suplanta o reemplaza a otra sin que se haga un drama. Si es así, entonces ¿por qué yo si dramatizo el hecho de escucharme gangosa hablando español? ¿Me estaré convirtiendo en lo que menos me gusta de ciertos hablantes argentinos?

Tahar Ben Jalloum, es bilingüe, y escribe en francés y árabe. A veces, como me pasa a mí y a todos los extranjeros que conozco, no encuentra las palabras y es su lengua materna la que viene en su ayuda ‘con inteligencia y humor’. Así, cuando una palabra no viene, otra ocupa su lugar. 

Ahora pierdo palabras del castellano (los argentinos no hablan español, hablan castellano). Muchas veces me quedo pensando en cómo se dice esa palabra, s’évanouir, en mi lengua o cómo se dice esparcir en francés. Y no, no llevo un diccionario portátil en mi bolso. 

Cuando alguna palabra me abandona, mi bilingüismo viene en mi ayuda. Me gusta esto de que las lenguas, mis lenguas, se mezclen, se contaminen una con la otra. Cuando me quedo sin palabras o no encuentro la traducción, empiezo diciendo que en español decimos así o en mi país le llamamos de esta manera. Esto, es más que una mezcla, dice este escritor, es un mestizaje de ‘un amor infinito’.

Esta situación fabulosa, según este escritor, que muchas personas no entenderían, es más que la pertenencia a dos lenguas, a dos culturas, a dos mundos, a dos casas: ‘las dos hospitalarias, aireadas, espaciosas y con algunos tesoros ocultos’, argumenta. Porque ‘esta libertad que reina en mi memoria permite a las palabras de dos lenguas diferentes, tocarse, cambiarse y si así lo quieren, emigrar’.

¿Cantan los pájaros al amanecer para romper el silencio? 

Se pregunta una de las divulgadoras de aves más reconocida, Jennifer Ackerman. Sus respuestas, o sus reflexiones, son muy interesantes.

Según ella, aún no sabemos exactamente por qué cantan tan intensamente los pájaros al amanecer, pero hay varias hipótesis que quisiera compartir aquí. 

Una de las ideas esbozadas, y quizás la más poética, es la de que podría deberse a la ausencia de sonido a esas horas: cantarían tan intensamente, para romper el silencio. O por la temperatura reinante a esas horas o porque el aire suele estar más calmado, lo que permite que el sonido llegue más lejos. 

Puede ser que sólo lo hagan porque les gusta, y esta es una de mis respuestas favoritas, o porque están calentando para afrontar el resto del día o, como mis balbuceos en francés, porque están practicando, tienen que aprender a cantar, y para ello, escuchan, imitan, practican y se equivocan. 

Creo que acabo de cambiar de respuesta favorita, porque en mi vida en la lengua extranjera, como los pájaros escucho, practico, aprendo, imito y, obviamente, me equivoco. ¿Hablo en la lengua extranjera para romper el silencio?

Cambiar

Soy de un país áspero, desmemoriado, indiferente y extendido, escribió Olga Orozco, acerca de la Argentina. Con el tiempo, como escribe Édouard Louis, "He comprendido que existen formas de distancia más profundas y complejas que la distancia geográfica." Para ello está el pasado.

Cuando la extranjería soy yo, me pregunto: ¿para quién hablo? ¿para mí? ¿para otro? ¿para otra? ¿Existe un mundo que haga innecesaria la búsqueda de significados?

Y un día empiezo a rebelarme, con un gesto protestón, como escribe Silvia Hopenhayn ‘a propósito de las pequeñas argucias para ubicarse en el recuerdo’ de la escritura de Hebe Uhart. 

Y empiezo a atrasar los relojes para desafiar esa manía de ser tan puntual. Y se me da por cambiar el pronóstico del tiempo: hoy será un día soleado. Y, y esta me gusta, supongamos que se me da por leer el horóscopo, y decido sabotearlo leyéndolo al revés. Hoy: ‘Capricornio, tienes energía de sobra para todas tus actividades. Con la fuerza que posees en tu personalidad gracias a Plutón, Mercurio y Venus vas a poder mejorar tu manera de ser desde la personalidad y poder volverte mejor a la hora de expresarte y compartir tus ideas y emociones. Y no le temas al Año Nuevo Chino, que todo irá fenomenal.’ Supongamos que hoy le creeré al horóscopo.


de un lado al otro             de part et d’autre

del viajero                          du pèlerin

se balancea                        se balance

la huella                             l’empreinte

dividida                              désunie


Silvia Baron Supervielle