sábado, 29 de septiembre de 2018

Mira, escucha, respira - La Filosofía de la Naturaleza y Virginia montañera


Virginia Baudino - virbaudino@hotmail.com 

                                                    ¡Mira! ¡Escucha! ¡Respira!

En general, cuando una piensa en la filosofía, lo primero que viene a la mente es Sócrates, Aristóteles o Platón. Es cierto, son LOS filósofos. Lo segundo es lo que nos machacaron en la escuela con la historia de la filosofía. Y lo tercero, para no irme por las ramas, es todo lo que tuve que revisar de mis falsas creencias cuando estudié filosofía y re-visité cuando mis hijas estudiaron filosofía. No se crean que somos una familia de filósofos, nada más lejos de la realidad.

Sin embargo, y pueden tratarme de simplista, lo que más me ha interesado es visitar a aquellos jóvenes filósofos que han intentado ‘bajar la filosofía a la tierra’, como leí que propone el filósofo argentino Diego Singer, y por una vez, evitar el tan consabido ‘diálogo con los muertos’. ¡Eureka!, hay algunos seres amables que hacen la filosofía accesible a todos nosotros para darnos ‘una suerte de biblioteca universal de interpretaciones’.

Así buscando me topé con Alexandre Lacroix, un filósofo francés, que se ha preguntado, por ejemplo, por qué amamos la puesta del sol, o acostarnos sobre el césped, o contemplar una noche estrellada, caminar por el bosque y dejarse transportar por sus olores o escuchar el ruido del mar.

¿Por qué me gusta ver el paisaje desde la cima de una montaña y me conmueve?,  o como Maribel que reconoce el canto de cada pájaro y se queda embelesada escuchándolos.

-Mira Vir - me dice- es un ruiseñor, y me cuenta su historia.


La naturaleza nos ofrece una experiencia estética esencial, nos da los paisajes, nos recuerda los souvenires de la infancia, aquellos olores y los ruidos que se enlazan con nuestras historias personales.

Con Lacroix aprendemos que la sabana es el paisaje preferidos de los humanos, que los japoneses tienen una manera particular de apreciar una flor o el bosque. Gracias a él, descubrimos que nuestra sensibilidad a la belleza de los paisajes es una parte importante de nuestra humanidad.
En fin, que tanto la filosofía como la naturaleza pueden ser un bálsamo para esta vida.

                                                      ¡Mira! ¡Escucha! ¡Respira!

Niebla matinal 
sobre una montaña
sin nombre.
                           Basho

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