jueves, 18 de abril de 2019

Tienes más tiempo del que crees - En la mitad de la vida, Kieran Setiya


Maribel Orgaz- @Leerenmadrid
Mira Vir - le puse en un mensaje- este libro es una maravilla.

Y le envié una foto de la portada. Para esto, supongo, las redes sociales son un buen invento.

Si Virginia encuentra un libro que cree merece la pena que yo conozca hace lo mismo y me envía unas cuantas fotos de párrafos que ella ha subrayado. Yo no escribo en mis libros, tengo libretas con anotaciones por todas partes y hacerles fotos para mí es un engorro porque  tomo notas sólo para detener la lectura y dar tiempo a la mente a ir más despacio. Virginia trabaja sus textos directamente y esta costumbre suya, de subrayar los textos y enviarme esos pantallazos me viene muy bien para tener un incentivo para encontrar el libro que me recomienda.

En la mitad de la vida, escrito por el profesor de Filosofía, Kieran Setiya me gusta porque rebosa amor a la vida, es fácil de entender para cualquier lector y está lleno de humor y aceptación de lo que vivimos. Además, es consciente de que es un hombre privilegiado y de que escribe desde esa posición.

Miles de seres humanos no sólo no tienen preguntas filosóficas tipo qué hago yo aquí, sino que se darían por satisfechos con tener una fuente estable de ingresos y una vida en la que no estén expuestos a la violencia y al caos.

Setiya es consciente de que, la mayor parte de los hombres de su edad en Estados Unidos han pasado por más de 13 empleos y están siempre disponibles para mudarse a cualquier lugar si le ofrecen un trabajo mejor. En cambio a él le pagan por leer y escribir y dar clase en una de las universidades más prestigiosas del mundo; está casado y tiene un hijo.

Y sin embargo, cuando contempla su vida "que tanto me había esforzado en construir, sentía una desconcertante mezcla de nostalgia, arrepentimiento, claustrofobia, vacío y miedo". 

Este libro, dice más adelante no es para quien lidia con una crisis de la mediana edad, sino para cualquiera que esté lidiando con la irreversibilidad del tiempo. 

La respuesta de Setiya es mirar a los filósofos como interlocutores no como depósitos de sabiduría que ir a consultar ante las dificultades de la vida.
"Este libro difiere de la autoayuda tradicional, en parte porque se preocupa más de cuestiones básicas acerca de cómo sentirte con tu vida, y en parte porque se preocupa menos por el cambio externo. Para la mayoría de nosotros, la mediana edad no es demasiado tarde para empezar algo nuevo, aunque con frecuencia lo parezca. No te dejes engañar por la perspectiva del tiempo que acompaña a la mediana edad. Tienes más del que crees".  

viernes, 12 de abril de 2019

Pero qué nos pasa con la comida - Virginia Baudino



“Vivo por circunloquios, espirales, pidiendo disculpas,
permiso.
Demasiado.
Tropiezo, desentono, me repito,
adiciono prótesis, me encorvo,
heteróclita, minuciosa, descuidada.”
Luisa Futoransky
Virginia Baudino - virbaudino@hotmail.com
Ayuno intermitente, ayuno de fin de semana, comidas sin harinas, sin azúcar, tisanas, batidos de frutas, barritas energizantes, aplicaciones para escanear lo que se consume en la comida y en los productos cosméticos. Vegetarianos, veganos, flexitarianos….y la lista se agranda a medida que conocemos a más gente.

Estamos frente a una enorme epidemia de alergias e intolerancias alimentarias al mismo tiempo que nos volvemos expertos en comida tailandesa, mexicana, japonesa o hindú. El tofú o el tzaziki se han vuelto básicos en nuestras dietas. He tenido que pasar por la experiencia de probar comidas exóticas con muy malas consecuencias para mi cuerpo porque las especias y yo no nos llevamos nada bien.

-¿Y como te sentaron?- me preguntó Maribel cuando se lo empecé a contar - porque a veces yo también he probado cosas que luego no resultan tan cool en el estómago - y se echó a reír.

-Pues no sé qué fue peor, si todo mi intestino dando vueltas a qué era aquello o la cara de mis anfitriones, perplejos porque no tenía paladar para apreciarlo.

-Claro Vir, habrían dedicado un buen rato a prepararte una comida de su país y a ti se te cambiaría la cara.

Sí, la verdad es que yo quería agradecerles esta atención pero el cuerpo ya sabemos que no engaña nunca. Después de esta experiencia me sentí un poco marciana, aunque no es la única vez... pero vuelvo al tema de esta entrada, que es esta moda o ¿se puede decir obsesión? con lo que hay que comer, con cómo, cuándo y cuánto se come. 


-¿Cómo que no has probado la musaka? ¿y el kebab? ¿y el biryani? Nein! Sushi, por Dios!

-Apenas - respondo pidiendo disculpas. Porque probar de todo exige dedicar parte del presupuesto a restaurantes coreanos, paquistanís, foodtruck, sopa de nido de golondrina, pasteles de alubia negra... ¿y la opción de cocinarlo en casa? Hay que echar un vistazo a las secciones de herramientas de cocina para darse cuenta de que para elaborar un solo plato de este tipo se puede una gastar una buena parte del sueldo si se quiere hacer bien.

Entonces entendí mejor lo que leí acerca de que el mayor porcentaje de vegetarianos y veganos se encuentra entre las mujeres, que éstas tienen – en su mayoría - estudios universitarios, y son de clase media para arriba. Hay que contar con presupuesto para ser bio.

No me malinterpreten, la crisis ecológica nos urge a replantearnos ciertas ideas que dimos por ciertas.

Una de ellas plantea que la comida es una nueva forma de disciplinamiento corporal.

El filósofo francés, Michel Foucault, desarrolló una potente y fructífera teoría sobre el disciplinamiento político del cuerpo. Él acuñó una frase que se hizo célebre, "cuerpo disciplinado, cuerpo productivo"

Así, explorar las redes en las cuales el poder se expande a través de los cuerpos, sobre su salud, su higiene, su sexualidad fue uno de sus puntos centrales. Concibiendo sus trabajos como una especie de cócktel molotov para ‘sacudir los hábitos y las maneras de hacer y de pensar’, el disciplinamiento foucaultiano nos revela una tecnología política orientada a hacer dóciles los cuerpos, para su obediencia y su utilidad.


Comer ‘sano’, si es posible no comer carnes, hacer mucho deporte, yoga para mantener los males del espíritu a raya, y alguna terapia, no vaya a ser que con el yoga no alcance..., todo esto me lleva a pensar en lo que el filósofo italiano, Antonio Negri, sostiene sobre la emergencia de nuevas subjetividades – subjetividades fragmentadas, dispersas, atomizadas y sujetas a una movilidad y flexibilidad ilimitadas -, y los lazos que los individuos establecen, ahora, con nuevos mecanismos de control sobre su vida y con nuevas opciones de consumo. Ahora vas a una reunión y la comida se instala como el tema de conversación. Las aplicaciones para cocinar sano y mantener el cuerpo en forma se han vuelto muy populares (yo misma he utilizado alguna).

De golpe, toda esta mirada excesivamente centrada sobre el ámbito de la vida privada, y especialmente sobre el cuidado del cuerpo, enfatiza lo que también el historiador estadounidense Cristopher Lasch llamaba "una cultura del narcisismo". En ésta, los problemas colectivos se convierten en problemas personales produciéndose un viraje extremo hacia el interior de uno mismo "a través del culto a la salud física y mental".

En línea con Foucault y con el filósofo alemán Anselm Jappe, Lasch argumenta que se observa una radicalización de la individuación de la vida social, aunque Jappe va más lejos al hablar de esto como una patología claramente capitalista.


Sin embargo, he constatado que no hay varones hablando de su vegetarianismo o veganismo, ni de que ahora comen ‘sin harinas’ o ‘libre de lactosa’ o de que ‘hacen ayuno’ para limpiar su cuerpo de toxinas. Por ello, he pensado que, como dijo Simone de Beauvoir, el cuerpo de las mujeres sigue siendo el centro de una batalla aún más descarnada que el de ellos, especificando, dice Camille Froidevaux-Metterie, que nuestro cuerpo es el lugar por excelencia donde se encarna la dominación masculina.

En el Mito de la belleza, dice Naomi Wolf:  “es una vena oscura de odio hacia sí mismas, una obsesión con el físico, un terror de envejecer y un horror a la pérdida de control". La domesticidad, nos dirá, da ganancias.

No siempre hemos comido de la misma manera, y cada cultura tiene su biblioteca alimentaria específica. Ciertamente, la crisis ecológica, política y social nos urgen a ocuparnos en construir nuevas formas de vida social ‘más amigables’ y a reconstruir los lazos de solidaridad que se han ido perdiendo. Toda utopía, dice Francis Wolf, se apoya en un nosotros.


Desenraizada como tronco de plátano
A merced de la borrasca, puro cráter, pura fragilidad
Sin saber echar raíces pero voy.
Luisa Futoransky