martes, 11 de septiembre de 2018

Caminar, andar, vivir - Virginia flâneur

"Nuestros primeros maestros de filosofía son nuestros pies, nuestras manos,  nuestros ojos". Jean Jacques Rousseau
Virginia Baudino - virbaudino@hotmail.com  - Fotografía: Fundación Telefónica
Dime por qué caminas….
Somos una raza de caminantes. El camino de la evolución humana comenzó con los pies tres millones de años atrás, cuando nuestros antepasados, los australopitecus, se pusieron de pie. Desde ahí, la humanidad no ha dejado de avanzar.

¿Camino, entonces pienso o pienso y luego camino? El escritor y filósofo estadounidense Henry Thoreau escribió su libro Caminar en 1862. Virginia Woolf caminaba a diario, Rousseau se perdía en el bosque y Nietzsche en las montañas. Las protagonistas de las novelas de Jane Austen caminan: ‘Ni la nieve, ni la lluvia, ni el calor o la oscuridad de la noche consiguen que me quede en casa…’ Maribel y yo caminamos, juntas o cada una en su ciudad.

¿Por qué caminamos? Algunos dicen que para experimentar la libertad del mundo, otros, porque escapamos a la rutina de la vida cotidiana y sus problemas, algunos, porque necesitamos el contacto con la naturaleza. Para caminar no hace falta una técnica específica. Se puede hacer sólo o acompañado. Es una práctica pobre, humilde, cotidiana y nos permite entender la manera de vivir en el mundo. Cuando caminamos, no tenemos una historia, sólo somos un cuerpo andando, un pie delante del otro.

¿Por dónde caminas? Para Fréderic Gros, cada lugar en el que caminamos nos habla de lo que buscamos o de lo que carecemos; porque caminar es estar siempre disponible en el mundo para experimentar aquello que llamamos libertad.

Según Gros, en Caminar, una filosofía, dónde caminamos nos aporta mucha información filosófica. Veamos si me aclaro.

Rousseau, caminaba en el bosque y éste era su gabinete de escritura. Caminar en el bosque, a lo Rousseau, dice Gros, es como hacerlo en un laberinto. En él, depositamos la esperanza de regresar a los orígenes. Los japoneses tienen una tradición ancestral ligada a la caminata en el bosque y se llama shirin yoku. Su fin es el de que la persona pueda absorber la atmósfera del bosque.

Caminar en la montaña, a lo Nietzsche, se construye como un modelo de ascensión. Cuando caminamos en la montaña lo hacemos teniendo un objetivo en mente: llegar a la cima. Así, al esfuerzo de la subida le sigue una recompensa.


Thoreau nos propone otra alternativa, caminar hacia lo salvaje como una fuente de renovación. Walter Bejamin aboga por la caminata en la ciudad, concretamente en París. Pero Maribel ha caminado Madrid más que nadie que yo conozca. Están los que caminan en el desierto, como Théodore Monod, al que le asocia una experiencia cargada de espiritualidad.

También caminamos como un acto de protesta político. Marchar, es una manera de plasmar en un acto una resistencia pacífica. Caminar puede ser un acto revolucionario, dice Rebecca Solnit.
¿Qué pasa con las mujeres? ¿Por qué las mujeres no pueden caminar solas?, se pregunta Nancy Houston y ¿qué hace problemática la caminata femenina? 


Históricamente, los hombres han imaginado miles de formas de no dejar a las mujeres caminar libremente. En China se les mutilaban los pies. En occidente, el corsé, los vestidos y las faldas, así como los tacones, hacían - y hacen - difícil la posibilidad de la caminata. Durante años, las mujeres tenían prohibido caminar solas en las calles. Existen dos lugares donde las mujeres se visten para disimular su cuerpo: uno es el convento y el otro es la montaña. Si embargo, todas han -y hemos – reclamado el derecho a caminar sin ser una presa.

 ‘En el curso de mi vida me he encontrado sólo con una o dos personas que comprendiese el arte de Caminar, esto es, de andar a pie. Que tuvieran el don, por expresarlo así, de deambular: término de hermosa etimología que proviene de “persona ociosa que vagaba en la Edad Media por el campo y pedía limosna so pretexto de encaminarse à la Sainte Terre”. De ahí, saunterer, peregrino. Quienes en su peregrinar no se dirigen a Tierra Santa, como aparentan, serán en efecto meros holgazanes, simples vagos. (…) Yo prefiero esta etimología (…) porque cada caminata es una especie de cruzada.” , Thoreau.

Y tú, ¿qué caminante eres?

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