miércoles, 19 de diciembre de 2018

Cuál es la forma de vida que nos hace felices

Virginia Baudino - virbaudino@hotmail.com 
¿Qué pasaría si todos estuvieran de acuerdo con tu protesta?
-Mark Fisher-
Parece ser que el feminismo está de moda. ¡Ahora es tendencia! En las tiendas de ropa encontramos camisetas que dicen que somos feministas, cantantes de moda cantan que todos deberíamos ser feministas.

Maribel y yo nos hemos encontrado porque nuestras reflexiones y nuestras ideas respecto a nosotras en tanto mujeres, madres, estudiosas, profesionales, feministas se desarrollaban ensambladas, en diálogo y cuestionamiento permanente.

Es un poco rara toda esta moda, ¿no? Especialmente porque el feminismo ha sido algo marginal. ¿Adónde nos conducirá esto? Porque para que algo sea tendencia, hay que edulcorarlo, volverlo ligth, hay que asegurarse que no incomode a nadie.

El feminismo surgió marginal, incómodo, reducido y en la lucha. Sus principios, que hoy deberían seguir siéndolos, eran los de construir una sociedad más justa. Y esto, como dice Jessa Crispin en su libro Por qué no soy feminista. Un manifiesto feminista sigue sin estar de moda.

Las mujeres han trabajado desde siempre. Han fregado desde siempre. Y han luchado para acceder a trabajos cualificados, no para acceder a los trabajos de los pobres. Trabajar ante todo, ha sido una de las premisas. Y en ese camino, no reparamos que la sociedad capitalista es cada vez más hostil, competitiva y precaria para mujeres y varones.


“Desde el principio mismo, dice Crispin, la premisa fue que el trabajo era algo bueno, algo gratificante que nos estábamos perdiendo. No algo que destruía el cuerpo y la mente"; Anabel González, en La liberación posible’  ya argumentaba que un trabajo mecánico de 8h. a 15h no era una liberación. Crispin es más frontal al decir que
"No todas las mujeres ni todos los hombres son ambiciosos. No todas las mujeres están decididas a dejar su huella en el mundo. No todas las mujeres disfrutan trabajando ochenta horas a la semana sólo para ver cómo le dan el ascenso a un niñato de Harvard, ascenso a un puesto que ella en verdad no quiere, pero en el que ganaría un poco más.
No todas las mujeres ansían participar en este desquicie consumista que es la cultura en que vivimos y llenar los vacíos de su corazón y su alma con zapatos y tops de edición limitada de Topshop". 

Mientras el feminismo esté dominado por el determinismo económico protestante – libertad, independencia y trabajo – estaremos evitando crear una sociedad más humana y justa. Lo que tenemos hoy es "una especie de mundo hipermasculinizado en el que las mujeres participan – y quieren participar aún más - de los valores patriarcales".

Y así todo se va al traste desvirtuado en nombre del dinero y el poder, aquellos placeres que ofrece el patriarcado. Porque para triunfar en el patriarcado, nosotras debemos actuar como patriarcas (independencia, éxito y sexualidad), y tenemos que exhibir las características que ese mundo valora y desechar las que no.

¿Para qué queremos entrar en las primeras filas del ejército?¡¡¡¿Para ir a la guerra?!!! De qué nos sirven las CEOs que salen en Forbes si sus fábricas reproducen y acentúan las condiciones de explotación y servidumbre de mujeres y niños. ¿Por qué sólo yo tengo conflicto de intereses y digo no?

¿Nos hemos planteado si esta forma de vida nos hace feliz y es la mejor a la que podemos aspirar? ¿Hemos analizado el sistema con el que estamos colaborando?


Andrea Dworkin, dice, nos ha empujado a replantearnos nuestras relaciones, nuestro trabajo, nuestra existencia en el mundo para ver si esto necesita de nuestra complicidad con este mundo desigual y opresivo. Si es así, por qué no pelear por construir otro mundo posible.

En reflexiones similares, Mark Fisher en Realismo capitalista, argumenta algo similar sobre el anti-capitalismo: "el objetivo del movimiento no era erradicar el capitalismo, sino sólo mitigar sus excesos".  Y es más: "con nuestra complicidad en las redes planetarias de la opresión".
"Cogemos todos los abusos, discriminaciones y atropellos de los que hemos sido objeto, todos nuestros encontronazos con la violencia y el dolor y los utilizamos para justificarnos y apropiarnos de lo que queremos sin examinar ni siquiera nuestros motivos para quererlos. […] Si consigo abrirme camino a pisotones hasta lo más alto de un estudio de Hollywood, no tengo por qué hacer nada para que allí se trate mejor a las mujeres, no tengo por qué plantearme para que las voces de las mujeres tengan más espacio".
El feminismo light, universal y blanco, es lo que tiene. Porque las desigualdades reales a las que se enfrentan las mujeres afectan en su mayoría solo a las mujeres pobres; "las de clase media y alta pueden comprar el acceso al poder y a la igualdad".


Al final, algunas mujeres disponen de los medios de escapar de lo peor del patriarcado: dinero. El dinero es la forma más rápida de evitar las formas más evidentes de opresión. Y una parte de las mujeres disponen de él. Y con dinero se hace posible el acceso al poder.

Para muchas, lo pernicioso del sistema capitalista y patriarcal, es que no le permite el acceso, no es que es nefasto en sí mismo:‘"luchamos por conseguir la inclusión, no mejoramos el sistema, lo único que hacemos es unirnos a las filas de los que están incluidos y sacar provecho".

Y agrega que si escoges la libertad en lugar del dinero, si decides vivir de acuerdo con los valores de la compasión, la honestidad y la integridad, la gente te odiará porque les recordarás sus carencias".

Se está muy sola fuera del sistema. Pero hay que darse la oportunidad de imaginar una manera mejor de vivir, otro sistema, porque nuestra labor consiste en comportarnos como auténticos seres humanos.



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