jueves, 24 de septiembre de 2020

Es el momento de recuperar el horizonte de posibilidades con otras personas e imaginar otro futuro posible

 

Nadie se siente bien a las cuatro de la madrugada.

Si las hormigas se sienten bien a las cuatro de la madrugada,

habrá que felicitarlas. Y que lleguen las cinco,

si es que tenemos que seguir viviendo.

Wislawa Szymborska

Virginia Baudino - virbaudino@hotmail.com
Rianne Eisler escribió El Cádiz y la espada: la mujer como fuerza en la historia, en el que asegura que “todo quehacer humano ocurre en el conversar, y que todas las actividades humanas se dan como distintos sistemas de conversaciones.” 

No te pierdas en medio

de tus temores: habla con la

gente. 

Lori Anderson

Eisler argumenta que, en la cultura patriarcal occidental, el tono de las conversaciones y de las relaciones humanas está marcado por el sometimiento al poder y a la razón.  

Recuperar dimensiones más humanas de relacionarnos entre nosotros, con la naturaleza y con los otros, parece erigirse, según esta autora, en el reconocimiento de que no sabemos ni podemos con todo.

Y se pregunta “¿Cómo será vivir centrado en la conservación de la armonía con la naturaleza, y no en la búsqueda del control y dominación? ¿Cómo será vivir en la cooperación, en el poder de la convivencia, y no en la competencia? ¿Cómo será vivir sin buscar una justificación racional para dominar al otro porque uno no pretende ser dueño de la verdad?”.

¿Cómo, en un contexto como el actual, construir una dimensión ética de la convivencia? Para que, como escribe Guillermo Sacomanno, cuando todo esto pase, nos podamos preguntar sobre cómo queremos vivir para así también reflexionar sobre lo que somos y lo que nunca debemos ser.

El filósofo australiano, especialista en medio ambiente, Glenn Albrecht creó un nuevo concepto filosófico, que me viene como anillo al dedo hoy, la solastalgia, que sirve para designar el sentimiento de desolación y angustia que nos atraviesa cuando nuestro medio ambiente agoniza en momentos de catástrofes naturales o pandemias…

La solastalgia es un concepto que encontré de manera fortuita, leyendo una entrevista que le hicieron a su inventor, y que me pareció muy apropiado para contextualizar el momento en el que me pongo a escribir. Podría decirse que últimamente estoy solastálgica. 

El alba va sobre el mar

y lejos

donde las olas mueren

se alzan las cintas del viento

de la noche

  llegaré pronto. 

Silvia Barón Superville

A pesar de este contexto sombrío y de esta solastalgia que me atraviesa quería buscar una salida de emergencia, quería salir de las redes de la pandemia, epidemias, virus, enfermedades, crisis y escribir sobre una bocanada de aire, sobre el oxígeno necesario para seguir. 

Entre otras cosas, esto significa -y espero que no parezca muy descabellado – escribir sobre el humor y sobre las posibilidades de observarnos a nosotros mismos desde otras perspectivas, como posibles útiles para esta vida.


¿Sabían, por ejemplo, que algunos investigadores descubrieron que las personas que sabían reír, resistían mejor a los procesos de lavado de cerebro? Según Doris Lessing, “Los fanáticos no se ríen de sí mismos; la risa es por definición herética […]. Los fanáticos no saben reírse. Los ‘verdaderos creyentes’ no se ríen. Los tiranos y los opresores no se ríen de sí mismos, pero tampoco toleran que nadie se ría de ellos.” 

Llegados hasta aquí vale una aclaración importantísima: escribir sobre el humor no tiene porqué ser gracioso. Y mira que lo he intentado…veamos si con Cortázar va mejor…

"Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca.

Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia dentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos". Julio Cortázar

La risa es algo poderoso, pensé, y creo que es un buen momento para rescatarla como elemento personal y cultural de resistencia. Pero entonces me pregunté si, en este contexto tan desolador, el humor podía tener cabida. ¿De qué reírnos en esta desazón? ¿De qué se puede reír? ¿Se puede reír de todo? 

Con estas preguntas rondándome día y noche, decidí dejar de arrumbarlas y atacarlas directamente. Ahí me topé de lleno con un librito que compré hace un tiempo en una librería de usados y que había mirado de reojo, casi con escepticismo, unas cuantas veces sin entrar de lleno.

Henri Bergson escribió un libro ya convertido en clásico, sobre el humor, más bien sobre la comicidad, en el que indaga el por qué si “el ser humano es un animal que ríe” y también uno que hace reír, por qué las humanidades han prestado tan poca atención a este hecho. Un filósofo francés argumentó que quizás porque abordar el humor para la filosofía era una situación incómoda, algo parecido a intentar disecar una rana.

En La risa, escrito allá por 1900, Bergson argumenta que el humor nos informa sobre “los procedimientos de trabajo de la imaginación humana y más concretamente de la imaginación social, colectiva, popular.” Para el filósofo francés, no hay comicidad fuera de lo humano, recuerden que “somos un animal que ríe”; la risa es un acto de inteligencia y tiene una utilidad social. 

"Bueno, en realidad – dijo el fantasma con bastante humildad -, ¿qué otra cosa podía hacer? Es muy difícil conseguir sangre verdadera hoy en día, y como tu hermano empezó todo el asunto con su detergente Ejemplar, por cierto, no encontré ninguna razón por la cual yo no pudiera tomar tus pinturas. Oscar Wilde.

Para entender esta utilidad hay que contextualizarlo en su entorno natural: la sociedad. “La risa debe ser algo así, una especie de gesto social” que nos mantiene alerta y en contacto recíproco y que nos ofrece esa bocanada de aire para eludir, en la medida de lo posible, los mecanicismos de la vida.

Y “solo en este sentido se puede afirmar que la risa castiga las costumbres, haciendo que nos esforcemos por parecer lo que deberíamos ser, lo que indudablemente llegaremos a ser algún día.

¿Qué es lo que nos provoca risa? Bergson insiste, los momentos en los que pareciera que perdemos el control de nuestra vida. Sin estos momentos, no habría lugar para las situaciones cómicas.

Tener en cuenta

que cortada la nata ahuyenta

agriando el todo

    sin remedio. 

Luisa Futoransky

Los antropólogos también tienen algo que decir al respecto y así para Henk Driessen, “El humor refleja las percepciones culturales más profundas, ofreciéndonos así un poderoso instrumento para entender las formas de pensar y sentir que la cultura ha modelado.”

¡Otra vez con la historia de la cultura, Virginia! ¿Y la sociología? Por ejemplo, el sociólogo Vicent de Gaulejac, ha escrito sobre el humor y lo ha tratado como una de tantas formas de resistencias creativas….Me gusta esta idea.

Gaulejac considera que el humor, es una de tantas adaptaciones defensivas de las personas y que, por lo tanto, tiene un rol similar al de los sistemas inmunitarios, ¡hoy tan en boga! Permiten a las personas protegerse de las diferentes agresiones que los ponen en peligro. 

Me sigue atrayendo esta idea. ¿Y si el humor operara como una suerte de vacuna para así soportar mejor los malos tiempos? Recuerdo que cuando comenzó el confinamiento, no dejaban de circular videos, mensajes, todos humorísticos…

Los nombres prestigiosos de mi país

asolan las universidades españolas en verano

Conocí a muchos de estos animales suntuosos

algunas de sus lentejuelas han caído

y ciertas estrellas tienen la punta

quebrada

Pero existe mayor espectáculo

que viejos magos de mi juventud

contando una fiesta terminada. 

Juana Bignozzi

Las salidas de emergencia son muchas y múltiples: de la huida al análisis, pasando por el humor o la denuncia. Pero tienen algo interesante: ponen a las personas en movimiento, resistiendo a un sistema que busca destruirlo. Así, dirá el sociólogo francés, “el humor desactiva las tensiones como ‘un soplo de oxígeno’, un momento de respiración, de distanciación, de relajación.” 

Obviamente, el humor no es naif, no es un acto ingenuo sino todo lo contrario, es un modo de denunciar las violencias, las jerarquías, las incoherencias del sistema social al tiempo que nos permite dar un paso al costado para develar lo que el poder no deja ver o decir.

Y “permite soportar lo insoportable, de decir lo indecible, de ver lo que se oculta, de pensar lo impensable.” El humor sirve para comprendernos mejor y comprenderlos. ¿Cómo ha podido pasar esto?

Yo, la tan pacífica,

estoy impacífica impaciente.

Yo la tan tranquila,

estoy de sostén de fuerza

de camisa. 

Gloria Fuertes

Es un buen momento para pensar, o repensar, lo que significa tu lugar en el mundo, ¿no crees?, y el de los otros. Recupera ese horizonte de posibilidades, pero no en soledad, sino con las otras personas e imagina otro futuro posible. Hazte y hazle preguntas a este mundo, busca respuestas para así darle sentido a tu vida. Si no, nada habrá de diferente entre tú y esa hormiga. Pelea, lucha, discute, critica, demanda, resiste. ¡Construye un mundo nuevo! ¡Ríe, lo más que puedas! Este parece ser el remedio para la solastalgia que nos anda acechando a cada rato.






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