martes, 1 de octubre de 2019

Aceptarse - Annie Ernaux y Didier Eribon


Otro cielo sin dioses, otro mundo al que nadie más vendrá
sumergen en las aguas implacables de tu imperfección
y de tu vergüenza.
Olga Orozco

Virginia Baudino - virbaudino@hotmail.com
La escritora francesa Annie Ernaux escribió que ‘todos somos seres atravesados por conflictos’, por conflictos de clase, argumento que también sostiene el filósofo francés, Didier Eribon, en su magnífico libro Regreso a Reims.

Durante más de cuarenta años, Ernaux exploró la vergüenza, como un sentimiento recurrente de ilegitimidad, de no estar nunca en su sitio. Una vergüenza, a la que claramente denominó social, que la atravesará durante toda su vida y que es producto de su origen de clase.

“Soy una etnóloga de mí misma. ¿Qué cuento intimidades? Lo íntimo siempre es algo social. Es inconcebible un yo puro, en el que los otros, las leyes, la historia, no estuvieran presentes.”
Como Ernaux, mi origen social se ha dejado – y se deja - entrever a través de ese permanente sentimiento de ilegitimidad y de incomodidad. Ambos autores han enriquecido esta, mi búsqueda, para entender mi historia personal.

Didier Eribon escribe que “Siempre he tenido, en lo más profundo de mí mismo, el sentimiento de pertenecer a una clase. Siempre he sabido, que había una diferencia entre ellos y yo. Cómo no saber lo que uno es, cuando vemos cómo son los otros, y a qué punto ellos son diferentes de nosotros.”

A menudo se nos hace creer que nuestro destino está en nuestras manos. Así, se nos bombardea con la idea - intencionada -, de que somos nosotros los que tomamos decisiones y trazamos nuestro camino. Si el camino se tuerce, se nos dice que es porque no supimos tomar las buenas decisiones. Esta es la ideología de la meritocracia, tan publicitada últimamente y que legitima lo que Richard Sennet llama la sociedad de-todo-para-el-ganador.

Sin embargo, Eribon y Ernaux, se encargan de hacer, lo que llamo, sociología en carne propia, puesto que revisitando su historia personal y la de sus padres, realizarán una suerte de exploración de los conflictos de clase social. Ellos, dirán, son lo que se entiende como un ‘milagro’ social, puesto que, por una suerte de pequeños milagros, y escabulléndose de las trabas que la estructura social impone a las personas de los sectores populares, han logrado cierta notoriedad en su trabajo. Una como escritora y otro como filósofo.

Sara Landeta
En su recorrido autobiográfico, Eribon mostrará cómo opera la perversidad del sistema, que se nos impone cuando nacemos, y que nos hace creer que somos nosotros mismos los que elegimos y construimos nuestro camino cuando, en realidad, lo que somos es producto de nuestra clase social.

En este sentido, Annie Ernaux agregará que el origen social se porta como un estigma si, obviamente, no has nacido en las clases privilegiadas, y que este conflicto te atravesará toda tu vida. En una misma conviven lo íntimo y lo colectivo.

Vicente de Gaulejac, en ‘Las fuentes de la vergüenza’, dirá que “el sujeto se expone a una confrontación entre la mirada social que le es devuelta y la mirada íntima que revela la vergüenza y la angustia de no ser como hay que ser.” De no ser como se supone que se es en las clases privilegiadas (capital cultural, lingüístico, estético, académico). No tener la ropa adecuada, no utilizar el lenguaje apropiado, no mostrar de dónde se es, cómo se vive.

“Yo quisiera reflexionar sobre la manera en la que se reconstruye retrospectivamente nuestro pasado, a través de las categorías teóricas y políticas disponibles en el seno de la sociedad en la que vivimos”, escribirá Eribon, algo que puede servirnos para volver a él y así comprender nuestro recorrido con sus fracasos y sus, sus éxitos y sus errores.



En este sentido, para todos estos autores, los libros, y la lectura, son un punto de apoyo decisivo en el trabajo de reinventarse y de convertir la vergüenza – por ser gay y de clase obrera, en el caso de Eribon – en orgullo. 

Patrick Chamoiseau hablará de esas bibliotecas que tenemos los lectores, o lectoras, como sentimentecas. Esos lugares poblados por libros que nos ayudan a combatir, en nosotros mismos, los efectos de la dominación y que nos permiten “reformular el yo desde los procesos de resistencia.”

Así, Annie Ernaux escribirá para recuperar todo aquello que es imperioso ser recuperado. Y agregará que la memoria que se deshumilla diseña un futuro político, literario e intelectual, en el que ella ahora puede reapropiarse de las diferentes etapas de su trayectoria y de su personalidad.

“En cuanto al sentimiento de vergüenza, no es específico a mí y no creo que sea malo, es algo que surge cuando sales de tu entorno natural y te enfrentas a otras realidades. No es un término del todo peyorativo, lo uso para enfrentarme a ese pasado. Quien no lo entiende es que no ha salido de ese entorno social y no ha conocido otras realidades.”

Gaujelac, abre puertas a la posibilidad de salvaguardarse, y es lo que llamará ‘el combate de la dignidad’, de conservar - a pesar de todo - una imagen aceptable de sí mismo.


Aún no hace mucho tiempo,
te mirabas en alguien igual que en un espejo que te embellecía.
Era como asomarte a las veloces aguas de las ilimitadas indulgencias
donde se corregían con un nuevo bautismo los errores,
se llenaban los huecos con una lluvia de oro, se bruñían las faltas,
y alcanzabas la espléndida radiación que adquieren hasta en la noche
los milagros.
Olga Orozco

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